La imaginación de los niños es tan fuerte que a veces se les hace difícil separar lo imaginario de lo real. «Monstruos debajo de la cama acechando en la oscuridad» puede convertirse en una sensación de miedo tan paralizante que hará parecer la hora de dormir como una hazaña imposible.
En ese momento es ideal acudir a lecturas como esta:<Cuando Ana tiene miedo>, escrita por Heinz Janisch e ilustrada majestuosamente por Barbara Jung (Editorial Edelvives). Un libro sencillo e inspirador para animar a los más pequeños a utilizar esa capacidad creativa para enfrentar el miedo con un poco de valentía. «Si soy capaz de imaginar las cosas más terroríficas, también seré capaz de crear una forma de afrontarlas».
Por muy ingenuos que parezcan esos miedos desde el punto de vista del adulto, para los niños son reales y atemorizantes. Utiliza esta situación como una oportunidad para identificar una emoción incómoda y pensar juntos en formas de sobrellevarla. (A veces también se vale utilizar esos aprendizajes para nuestros propios miedos «adultos»).
Si ya leímos el libro, ¿ahora qué podemos hacer?
Los cuentos tienen diferentes niveles de lectura, esto dependerá mucho de la edad del niño, de la complejidad de la historia y, sobre todo, de nuestra capacidad para acompañarlos a hacerse preguntas en torno a lo que ahí ocurrió y cómo puede eso conectar con la realidad que ellos viven.
Comencemos realizando algunas preguntas como estas:
“¿A qué le tiene miedo Ana?, ¿a qué le tienes miedo tú?, ¿cómo la ayudarías?, ¿si ella llama a sus amigos cuando tiene miedo, a quién llamarías tú?”
Son preguntas que podrías utilizar al finalizar la lectura, en caso de que no obtengas respuestas como esperabas, ¡no te frustres!, es completamente normal. Desarrollar la capacidad reflexiva lleva su tiempo, si sientes que no obtienes respuestas, siempre puedes ofrecerle una o dos alternativas para que entienda a qué te refieres.
“He notado que a veces te da miedo quedarte solo en tu cuarto o te asusta que se acerque algún desconocido, quiero que sepas que cuando te sientas así siempre puedes recurrir a mí, estaré aquí para acompañarte”.
Querido adulto: recuerda que el miedo nos hace fijar la atención en el estímulo que lo ha desencadenado, por eso puede ser de mucha ayuda comenzar a pensar en cosas agradables como la playa, un paseo bajo las estrellas, llamar a los abuelos, abrazar el objeto de apego…
Y tú, ¿Cómo ayudas a tu mente a afrontar los miedos?
Sus Boz, Asesora de Lectura
Great article.